Las aves tienen mecanismos fascinantes para evitar las colisiones en pleno vuelo. Desde el uso de su visión hasta la gestión de su entorno, estas adaptaciones les permiten navegar hábilmente incluso a gran velocidad. Descubre cómo estas criaturas asombrosas logran esquivar los obstáculos y qué podemos hacer para reducir el riesgo de colisiones causadas por estructuras humanas.
En este artículo
¿Cómo evitan las aves las colisiones?
Las aves son verdaderos acróbatas aéreos. Imagina a un gavilán volando a toda velocidad a través de un seto, o a un colibrí que se mueve de flor en flor con una agilidad increíble. ¿Cómo logran evitar las colisiones con otras aves o con obstáculos en su entorno a estas vertiginosas velocidades?
El secreto de los insectos: la velocidad de desplazamiento
Los insectos, como las abejas, utilizan el movimiento de las imágenes en su retina (llamado velocidad de desplazamiento) para obtener información sobre su desplazamiento en relación con su entorno. Al observar la velocidad a la que los objetos parecen pasar por los lados, las abejas pueden ajustar su vuelo para evitar obstáculos y mantener una trayectoria estable.
Esta técnica es similar a cómo evaluamos nuestra velocidad en el coche. Un cartel que vemos desde lejos parece pasar muy rápido si giramos la cabeza para leerlo. Al observar estos cambios en la velocidad aparente, las abejas y otros animales voladores pueden evitar las colisiones ajustando su comportamiento en vuelo.
Las aves y la gestión del movimiento vertical
Investigaciones realizadas por Roslyn Dakin y su equipo en colibríes de Anna han demostrado que, a diferencia de los insectos, las aves no dependen únicamente de la velocidad de desplazamiento lateral. En sus experimentos, los colibríes fueron capaces de volar en línea recta incluso cuando se proyectaban patrones de barras verticales de manera asimétrica en las paredes de un tubo. Esto sugiere que estas aves prestan más atención a los cambios verticales de los objetos a medida que se acercan a ellos.
En otras palabras, las aves utilizan el cambio aparente en el tamaño de los objetos frente a ellas para evaluar su velocidad y distancia. Imagina correr hacia dos vigas horizontales idénticas, una más cercana que la otra. La más cercana parecería crecer más rápido en tu campo de visión, lo que te permitiría ajustar tu velocidad para evitar una colisión.
Las vías neuronales especializadas de las aves
En las palomas, las neuronas que procesan la expansión aparente de los objetos se han identificado en el nucleus rotundus, una región del tálamo involucrada en el procesamiento visual complejo. La vía tectofugal, una de las tres principales vías neuronales del sistema visual de las aves, juega un papel clave en la percepción del brillo, el reconocimiento de colores y patrones, así como en la discriminación de movimientos simples y complejos.
Además, el sistema óptico accesorio (AOS), que incluye el núcleo lentiforme mesencefálico (LM) y el núcleo de la vía óptica basal (nBOR), es crucial para el procesamiento de la información de flujo óptico generada por el movimiento propio. Estas vías son esenciales para que las aves reaccionen de manera rápida y efectiva a su entorno dinámico.
Cuando ocurren las colisiones
A pesar de estas impresionantes adaptaciones, ocurren colisiones. Cada año, millones de aves mueren después de chocar con estructuras artificiales como edificios, líneas eléctricas y turbinas eólicas. ¿Por qué no ven estas aves estos obstáculos que nos parecen tan obvios?
Una posible explicación, como propone Graham Martin en su libro Sensory Ecology of Birds, es que algunas aves, como los buitres leonados, pasan mucho tiempo mirando hacia abajo en busca de comida, lo que reduce su capacidad para detectar obstáculos en altura. Además, a menudo vuelan más allá de sus capacidades perceptivas, lo que significa que no pueden procesar toda la información visual a alta velocidad, haciendo que algunas colisiones sean inevitables.
Estrategias de mitigación de colisiones
¿Qué podemos hacer para minimizar el riesgo de colisiones? La mitigación de colisiones puede incluir estrategias como la colocación cuidadosa de turbinas eólicas y líneas eléctricas en áreas menos frecuentadas por aves. Añadir marcas visuales como banderas o discos en las líneas también puede reducir los incidentes, aunque no siempre es efectivo.
Para los parques eólicos, podría ser beneficioso ubicarlos lejos de los corredores de migración o de las colonias de reproducción. Además, limitar el funcionamiento de las turbinas a períodos en los que es menos probable que ocurran colisiones podría ayudar a reducir los riesgos. Aunque estas soluciones no son perfectas, representan pasos importantes hacia la protección de las aves frente a los peligros de las estructuras humanas.
En última instancia, al comprender mejor cómo las aves perciben su entorno y al adaptar nuestras estructuras en consecuencia, podemos esperar reducir significativamente el número de colisiones y contribuir a la conservación de estas fascinantes criaturas.
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